A José Castro Suárez no le asustan los contratiempos económicos, él mismo dice que está acostumbrado porque nació precisamente en época de crisis, en el verano de 1926, y que poco después tuvo que presenciar con pocos años de edad “la lamentable contienda”, así se refiere a la Guerra Civil Española. Eran épocas difíciles para las familias y aunque él “no era muy mal alumno”, comenzó a trabajar a los 14 años en el taller de Abelino Piñeiro, en el mismo pueblo de Orense que le vio nacer, Carballiño.
Con Piñeiro aprendió el oficio y pronto comenzó a dejar volar su imaginación con las posibilidades que se abrían más allá de las diligencias de madera, en momentos en que la industria carrocera más tenía que ver con la carpintería que con la automoción. La calidad de su trabajo y sus ideas innovadoras le llevaron otra empresa en la que colaboró con un amigo que era buen chapista. Y como si de un fichaje estrella se tratara, le doblaron el sueldo para que trabajara con ellos: 50 pesetas de entonces.
Siempre fue un hombre con gran iniciativa y coraje y lo demostró también en la Mili. Estuvo destinado en Zaragoza, en el cuerpo de élite de Montaña, de Escaladores y Esquiadores, que tenía su base en Candanchú.
La primera etapa de su vida terminó con el colofón de un diseño propio de una carrocería en 1947. Su cliente, el equipo de fútbol la Orensana. Su gran afición por el diseño le llevaría a realizar estudios de dibujo artístico y acabó montándose por su cuenta en un taller que no tenía nombre pero que todos conocían como “Pepe el Carrocero”.
Fueron años de mucho trabajo en los que siempre le apoyó su esposa, que aunque también estaba al frente del ultramarinos-restaurante de su familia, supo cuidar de José y de los cuatro hijos que tuvieron juntos. Fueron capaces incluso de volver a renacer, como el Ave Fénix de las cenizas, cuando se incendió su taller. Su crecimiento fue la respuesta al aumento de demanda, que como dice él “siempre invadió el taller”. El boca a boca hablaba de su calidad como carrocero, primero trabajando la madera, y desde finales de los años 50 introduciendo la chapa y el hierro. Su modelo AROSA, marcó un antes y un después. Estuvo presente en el mercado 18 años y se vendieron miles de unidades.
En su trayectoria empresarial estuvo asociado a la empresa Caride y fue parte de Unicar. Sin embargo, Castrosua tuvo un peso específico mayor. José Castro tiene una manera muy familiar de entender la empresa. Siempre procura rodearse de “quien es de fiar” y de impregnar cada rincón de sentimiento laboral y social. Se siente orgulloso de poder decir “nunca he devuelto una letra”. Por ello y por su constancia, ha logrado lo que muchos anhelan, y más en los tiempos que corren, que los banqueros le tengan respeto.
Pocos conocen su faceta como político. El mismo sentido ético y compromiso social que llevó a José Castro a ser diputado en el Parlamento Gallego durante cuatro años, lo alejó después de la vida política. Entre el año 1982 y 1986 tuvo pues que compaginar su carrera como diputado y su quehacer diario al frente de Castrosua.
El golpe más duro lo recibieron su esposa y él, con el fallecimiento en 2007 de su hijo José Manuel Castro, Vicepresidente y Consejero Delegado de Castrosua. Su fuerza les acompaña cada día y el relevo generacional ha vuelto a ser posible gracias a sus hijos Carlos y Juan Luis y a su nieta Beatriz, hija de José Manuel.
Tras tan intensa vida, ahora disfruta de más tiempo libre para pasarlo con quien más ama, su esposa. De ella dice que “se ha pasado 60 años sola esperando” y ahora José lo tiene claro, ya no tiene que esperarle, ha llegado a casa.
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- “Tuve que crecer porque siempre me fue invadiendo la demanda”
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