7 Problemas que pueden surgir en pleno viaje y cómo arreglarlos

Para los operadores de transporte, tener imprevistos durante el viaje es mucho más que un inconveniente, ya que esto puede suponer altos costes para su explotación. Por eso, un buen mantenimiento es fundamental para evitar paradas innecesarias de los vehículos.

Podríamos decir que hay dos tipos de imprevistos que pueden perjudicar al autobús durante el servicio: los que no se pueden controlar y los que sí podemos controlar.

Dentro del primer grupo, los que son totalmente fortuitos, habría tres ejemplos claros: la rotura de lunas, la rotura de retrovisores y la de faros o pilotos.

El clásico chinazo que puede romper el parabrisas es uno de los ejemplos de imprevisto incontrolable. Será necesario hacer una sustitución de la luna lo antes posible. Los talleres expertos pueden solucionar velozmente este problema.

Retrovisores y elementos de iluminación suelen sufrir daños en mayor proporción durante los servicios en ciudad y son ocasionados por otros vehículos debido al alto tráfico o en el momento del aparcamiento. Normalmente, sucede cerca de la base de operaciones pero, si no es así, conviene tener a bordo los repuestos adecuados para poder realizar el cambio con rapidez y no interrumpir el viaje esperando recambios.

Hay incidencias inesperadas que pueden prevenirse. Es el caso de los pinchazos de neumáticos. Sabemos que es inevitable prever un elemento que lo dañe durante el viaje, pero podemos ayudar a que el impacto sea menor si tienen una correcta presión y si el material está en buen estado.

De todos modos, existen sensores y dispositivos de última generación que, instalados en el propio neumático, le indican al conductor cómo se encuentra y si es necesario variar su presión o está demasiado desgastado… La tecnología es siempre un buen aliado.

Otros fallos que nos pueden amargar el viaje son los problemas mecánicos, o aquellos que tengan que ver con el aire acondicionado/calefacción o con el funcionamiento de puertas. 

También pueden ser graves los relacionados con los equipos de rampa y elevación para personas de movilidad reducida. Pero todo esto, en la gran mayoría de los casos, es posible controlarlo para que no ocurra.

Hoy en día, el mantenimiento ha evolucionado exponencialmente. Al mantenimiento preventivo hay que sumar el seguimiento en tiempo real de todos los elementos del vehículo gracias a la conectividad. Pero el siguiente paso es el mantenimiento predictivo. Es decir, en función del estado de los componentes y la previsión de los viajes pendientes y diferentes parámetros según cada tipo de servicio de esa flota, es posible adelantarse a la avería. 

El futuro de los talleres es también la conectividad con sus clientes. Todos los datos que registra el vehículo quedarán registrados y, si es necesario, se concertará una cita con algún taller antes de que se produzca la incidencia y organizando la visita en los tiempos que más interese al operador para no parar ese vehículo.

Consejos
El principal consejo que podemos dar es siempre el mantenimiento preventivo. La urgencia de los servicios diarios no debe dejar de lado la correcta revisión de los autobuses. Hay que estar preparado para los trabajos que puedan surgir de manera improvisada, sobre todo en tiempos como los actuales, en los que la demanda ha bajado tanto. Pero precisamente porque las flotas han estado paradas mucho tiempo, hay que poner especial atención al estado de los vehículos antes de volver a circular.

Sabemos que en la inmensa mayoría de los casos es así y que los flotistas tienen máximo cuidado con sus vehículos y su puesta a punto. Por ello, las cifras de siniestralidad de los autobuses y autocares es, con diferencia, la más reducida de los vehículos que usan la carretera. No olvidemos que el mantenimiento influye directamente en la seguridad vial.

El otro consejo es apostar abiertamente por vehículos que incorporen tecnología avanzada que nos permitan tanto el ahorro de combustible como el citado mantenimiento predictivo para adelantarnos a todas las incidencias controlables que puedan perjudicar la rentabilidad del negocio. Un buen mantenimiento también es eficiencia.
 
 

 

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