Según los datos de ASEPA, la media de consumo de los coches vendidos en Europa ha descendido más del 12% en 10 años. Al mismo tiempo, el peso del vehículo se ha incrementado más del 16% debido, entre otras cosas, al incremento de la seguridad del vehículo y a otras exigencias legales que han sido contrarias a los esfuerzos para reducir el CO2. También otras mejoras medioambientales como los limites de emisiones contaminantes, a menudo son contrarias a las medidas de ahorro de combustible. Los coches de hoy emiten solo una diminuta fracción de gases contaminantes en la combustión que hace 15 años y con una adecuada renovación del parque de vehículos más antiguo, la calidad del aire de muchas ciudades mejoraría aún más. Sin embargo, la reducción de contaminantes implica un incremento en el consumo de combustible y, por lo tanto, en las emisiones de CO2. Por ejemplo, bajar la temperatura de combustión para reducir los óxidos de nitrógeno, significa un mayor consumo de combustible. Por ello, la avocación de profesionales de la automoción indica que es necesario insistir en la necesidad de un sistema justo y realista que fije objetivos que se puedan alcanzar en un tiempo apropiado y con una adopción progresiva de la legislación. Casi un 60% de los coches que estarán en el mercado en el año 2012 están ya en producción o en una etapa muy avanzada de su desarrollo. La industria necesita, una modificación de la fecha de entrada en vigor retrasándola al año 2015 y la introducción de un sistema de adopción progresiva, hasta esa fecha, que iría haciendo aplicable esta reglamentación a un número creciente de vehículos nuevos entre 2012 y 2015. El Parlamento Europeo ha reconocido la necesidad de plazos más largos para la industria, respaldando en dos ocasiones la fecha de 2015 para la entrada en vigor de esta regulación. Por otro lado, el nivel de las penalizaciones propuesto es desproporcionado. ASEPA cree que las innovaciones en tecnologías eficientes deben ser recompensadas. En lugar de limitar la propuesta a ciertas tecnologías únicamente (indicadores de cambio de marcha, sistemas de aire acondicionado eficientes, neumáticos de baja resistencia a la rodadura y sistemas de monitorización de presión de neumáticos), cualquier tecnología eficiente que reduzca las emisiones de CO2 debería ser recompensada. Esto permitiría potenciar el desarrollo de la innovación en este ámbito, ofreciendo incentivos adicionales al desarrollo de estas tecnologías.
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