En todo momento quedó clara la necesidad de que el sector público y privado colaboren en la misión de mejorar las estaciones de autobuses de España. Algunos de los participantes en las jornadas aludieron a la buena imagen de las estaciones de otros modos de transporte, donde las instalaciones no son solo estación de llegada y partida, sino nódulos de movilidad y áreas de negocio y comercio.
En el caso de la Junta de Extremadura, este trabajo conjunto ya existe. De hecho, algunas de sus estaciones de autobús han recibido premios por su diseño. El gobierno local debe estar interesado en la mejora de las estaciones de autobús y su mantenimiento, que es quizá la parte más costosa y que más peso supone para las empresas que las gestionan. No se puede olvidar que para el viajero que llega a una ciudad, la primera imagen recibida es la de su estación de autobuses. Por otro lado, el cliente de los operadores valora mucha más el servicio en autobús si el lugar de partida o llegada es también de alta calidad, de lo contrario, todo el esfuerzo realizado en la renovación de flotas y mejora de las rutas y servicios puede caer en saco roto. Hay que entender el servicio como un todo, que incluye las instalaciones de la estación de autobuses.
Desde la estación de Málaga se lanzó un mensaje de innovación posible. En sus recientes reformas, todo el recinto ha quedado adaptado a personas con dificultades de movilidad, auditivas o de visión. Guías en el pavimento, sistemas de lectura Braille y sonoro para la información al pasajero, dos niveles de altura en las taquillas… Todo ello es posible y le ha merecido a esta estación de autobuses figurar en las encuestas realizadas como una de las mejores del país.
