Esta Declaración es una iniciativa basada en tres pilares: el compromiso de las ciudades y los fabricantes de acelerar conjuntamente el proceso de reducción de emisiones, la creación de una plataforma de intercambio de información entre las autoridades locales, los operadores de transporte y las organizaciones financieras, y el establecimiento de un grupo de expertos para servir a una experiencia profesional en tecnología, economía y logística.
En la justificación para el establecimiento de la Declaración, la Comisión Europea hace hincapié en que la movilidad de baja y cero emisiones es la forma más eficaz de transporte público en las regiones y ciudades, y que trae beneficios significativos a los ciudadanos mientras que aumenta la innovación y la competitividad de la industria. En Europa, el proceso ya ha comenzado, como lo demuestran las recientes actuaciones de las autoridades de las mayores metrópolis europeas. Atenas, París y Madrid planean eliminar el transporte público alimentado por combustión para el año 2025. Otras ciudades y regiones también anunciaron sus planes de abstenerse de comprar autobuses convencionales. Entre ellos están Copenhague (desde 2014), Londres (anunciado para 2018), Berlín (anunciado para el 2020) u Oslo (anunciado para 2020).