En el caso de los autobuses eléctricos urbanos, la vida útil de las baterías puede alcanzar hasta los 15 años. Transcurrido ese tiempo, estos acumuladores deben ser sustituidos para que el vehículo mantenga la funcionalidad original. El fin de esa primera vida, sin embargo, no significa que una batería pierda toda su capacidad de carga, por lo que lejos de desecharla y en aras de avanzar en su compromiso medioambiental y de economía circular, se impone una reutilización sostenible en aplicaciones de almacenamiento estacionario para la estabilización de la demanda energética cuando se cargan vehículos eléctricos con niveles de potencia altos.
Irizar e Ibil tienen la solución a esta situación ya que las baterías de segunda vida se podrán instalar en los puntos de recarga de Ibil para almacenar la energía de manera que se pueda utilizar durante el doble de tiempo para lograr los siguientes objetivos: reducir la potencia necesaria de la red eléctrica, reduciendo por tanto los costes de operación de la infraestructura, y a la vez posibilitar el despliegue de infraestructuras de recarga de gran potencia incluso en aquellos lugares en los que la conexión a la red eléctrica sea más compleja y costosa. Adicionalmente, este tipo de infraestructuras de recarga con el respaldo del almacenamiento facilitan la integración de generación distribuida fotovoltaica en dicho sistema, para una generación local de la energía.